FIRMAS: David Gistau, PG Cuartango, S Sostres, A Espada, V de la Serna, FJ Losantos, R Amón, A Romero, J Miravalls, I Amestoy, ES de Buruaga
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Los medios subvencionadamente afectos no le predecían 68-70 escaños, pero no bajaban de 60 y alguno. Pues bien: 50 y gracias. El batacazo de CiU sólo fue superado en porcentaje por el castañazo del PSC, que ha perdido ocho de sus 28 escaños y queda como tercera fuerza política catalana, detrás de la Esquerra y sólo un escaño por delante del PP.
El gran vencedor moral de estas autonómicas ha sido Albert Rivera, líder de Ciudadanos, que pese al vacío mediático nacionalista consiguió triplicar sus escaños, pasando de 3 a 9.
Pero lo que ahora se plantea, ya que el convocante del plebiscito, Artur Mas, se ha negado a dimitir, es sobre qué alianzas políticas con qué mayoría parlamentaria y desde dónde se va a gobernar Cataluña. ¿Desde la sede de ERC? ¿Desde Madrit? ¿Desde Suiza?
Porque el poder del PSC en las dos últimas décadas se ha basado en los grandes municipios y en las diputaciones. De ahí sale la generación de los «capitanes»: Montilla (Cornellá), De Madre (Santa Coloma), Bustos (Sabadell) o el propio Pere Navarro (Tarrasa).
Sin embargo, tras dos años de estrecha vigilancia por parte de la policía autonómica, dirigida por Felip Puig y teledirigida por Mas y Pujol, en el propio PSC se piensa que el calvario no ha hecho más que empezar. Y que, sin pacto con CiU, más de uno va a comerse más de un turrón en la cárcel.
Bravo, Fernando
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Intelectuales
HAN PROVOCADO cierta agitación unas palabras del actor Alberto San Juan
acerca de un concepto, el de «intelectual de derechas», en el que él detecta un
oxímoron. Exactamente como le ocurría con el Pensamiento navarro -o es
pensamiento, o es navarro- a Unamuno. Y caramba, así, sin pretenderlo, ya me ha
salido solo todo un prócer intelectual que no era de izquierda. Ni ameno, todo
hay que decirlo.
Lo que sorprende es que todavía haya quien ansíe pelearse por el monopolio de la tan degradada etiqueta de intelectual, que, a diferencia de la de médico, no te permite llevar ni una pegatina de aparcamiento libre en el parabrisas. Para defender la civilización, incluso para hacerla, desde Termópilas hasta Omaha Beach, la Historia nos dice que ha resultado mucho más eficaz el pelotón de Infantería de Spengler, al que sí se tiene gran devoción en casa, mientras que los J'accuse zolianos se encomiendan al periodismo en tanto que éste no sea definitivamente domesticado por las subvenciones y los anunciantes, en ese futuro en el que todos saldremos de la crisis convertidos en La Vanguardia.
Por supuesto que existen inteligencias, pretéritas y contemporáneas, que uno admira. Pero todas se caracterizan por romper ese paradigma reductor, sectario, que es la división única entre izquierda y derecha, la que hace tan previsibles a los que la asumen tal cual. Si algo envidio de Alberto San Juan, y de los integrados en una consistencia dogmática como él, es la grata sensación de superioridad que ha de propiciar pertenecer al lado indiscutiblemente bueno. ¡Hasta su oficio es demasiado honroso para concebir siquiera que pueda ejercerlo alguien de derechas! Cuando San Juan dice que se es o intelectual o de derechas, se queda a tan sólo un paso de agregar que el solo hecho de ser de izquierdas ya confiere virtudes intelectuales, además de las morales. Eso, por otra parte, explica la patulea que sale motejada de intelectual en la abajofirmancia profesional. Para el actor, al cabo, la izquierda nunca es poder, sino que resulta la propietaria de una actitud resistente vinculada, más que al trabajo mental, al prestigio intelectual. No me queda espacio para explicarle que basta evocar a Curzio Malaparte, a los fascismos que anhelaron vivir peligrosamente, para constatar que ni siquiera la revolución es patrimonio exclusivo de la izquierda.
>Vea el videoblog de Carlos Cuesta. Hoy: También las pensiones antes que el recorte público
Lo que sorprende es que todavía haya quien ansíe pelearse por el monopolio de la tan degradada etiqueta de intelectual, que, a diferencia de la de médico, no te permite llevar ni una pegatina de aparcamiento libre en el parabrisas. Para defender la civilización, incluso para hacerla, desde Termópilas hasta Omaha Beach, la Historia nos dice que ha resultado mucho más eficaz el pelotón de Infantería de Spengler, al que sí se tiene gran devoción en casa, mientras que los J'accuse zolianos se encomiendan al periodismo en tanto que éste no sea definitivamente domesticado por las subvenciones y los anunciantes, en ese futuro en el que todos saldremos de la crisis convertidos en La Vanguardia.
Por supuesto que existen inteligencias, pretéritas y contemporáneas, que uno admira. Pero todas se caracterizan por romper ese paradigma reductor, sectario, que es la división única entre izquierda y derecha, la que hace tan previsibles a los que la asumen tal cual. Si algo envidio de Alberto San Juan, y de los integrados en una consistencia dogmática como él, es la grata sensación de superioridad que ha de propiciar pertenecer al lado indiscutiblemente bueno. ¡Hasta su oficio es demasiado honroso para concebir siquiera que pueda ejercerlo alguien de derechas! Cuando San Juan dice que se es o intelectual o de derechas, se queda a tan sólo un paso de agregar que el solo hecho de ser de izquierdas ya confiere virtudes intelectuales, además de las morales. Eso, por otra parte, explica la patulea que sale motejada de intelectual en la abajofirmancia profesional. Para el actor, al cabo, la izquierda nunca es poder, sino que resulta la propietaria de una actitud resistente vinculada, más que al trabajo mental, al prestigio intelectual. No me queda espacio para explicarle que basta evocar a Curzio Malaparte, a los fascismos que anhelaron vivir peligrosamente, para constatar que ni siquiera la revolución es patrimonio exclusivo de la izquierda.
>Vea el videoblog de Carlos Cuesta. Hoy: También las pensiones antes que el recorte público
Aferrados al poder
ARTUR MAS / VIACHESLAV MOLOTOV
La imagen que me ha quedado grabada de las recientes elecciones catalanas es
la del rictus de dolor y fracaso de un Artur Mas que trataba de disimular su
desencanto en la noche del domingo.
El candidato de CiU no sólo ha recibido un varapalo en las urnas sino que ha
quedado además amortizado como líder político. Ni siquiera va a poder gobernar
con el respaldo de una mayoría que le permita sacar adelante las medidas
impopulares que exige la crisis.
La grandeza de los líderes políticos se mide en los reveses. Y Artur Mas, que se presentaba como el mesías que iba a llevar a Cataluña a la tierra prometida, ha demostrado que es un hombre pequeño, aferrado al poder y dispuesto a renunciar a sus ideas con tal de mantenerse en el cargo. Un hombre así no está a la altura de una causa.
De Gaulle se retiró en dos ocasiones a Colombey. En 1968 lo hizo para siempre. Willy Brandt dimitió cuando descubrió que su jefe de gabinete era un espía de la RDA. Thatcher se fue a casa cuando perdió el apoyo del partido. Y hasta el gran Bismarck, artífice de la unificación de Alemania, se marchó cuando constató su falta de sintonía con el emperador Guillermo.
Sólo encuentro un caso comparable de afán por agarrarse al poder: el de Molotov, que aguantó infinitas humillaciones de Stalin con tal de no verse excluido de su posición en el Kremlin. Molotov llegó incluso a aceptar el arresto de su mujer, Polina, que era amiga y confidente de la esposa de Stalin y jefa de la industria soviética del perfume.
Molotov era legendario por su apego al poder. Koba le despreciaba en público, pero él era consciente de que ése era el precio que tenía que pagar para no acabar en las mazmorras de la Lubianka.
Mikoyan, otro superviviente de Stalin, contó en sus memorias que Molotov defendía a Stalin después de muerto y cuando ya había sido expulsado de todos sus cargos, lo cual revela la peculiar psicología del hombre de aparato y sus temores de quedar fuera de la iglesia que le cobija.
Ignoro si Mas se agarra al cargo como un clavo ardiendo porque busca impunidad penal o porque le gusta el embriagante sabor del poder. Pero el proyecto que defiende quedará profundamente debilitado por su falta de coherencia. Se podía haber marchado en la noche del domingo como un héroe, pero ha optado por la indignidad de aferrrarse al cargo.
En una ocasión, le comparé con el general Della Rovere, pero éste prefirió morir antes que desmentir la leyenda. Artur Mas ha dejado de ser leyenda y es ahora un simple superviviente. Y es que con los ideales no se puede traficar.
La grandeza de los líderes políticos se mide en los reveses. Y Artur Mas, que se presentaba como el mesías que iba a llevar a Cataluña a la tierra prometida, ha demostrado que es un hombre pequeño, aferrado al poder y dispuesto a renunciar a sus ideas con tal de mantenerse en el cargo. Un hombre así no está a la altura de una causa.
De Gaulle se retiró en dos ocasiones a Colombey. En 1968 lo hizo para siempre. Willy Brandt dimitió cuando descubrió que su jefe de gabinete era un espía de la RDA. Thatcher se fue a casa cuando perdió el apoyo del partido. Y hasta el gran Bismarck, artífice de la unificación de Alemania, se marchó cuando constató su falta de sintonía con el emperador Guillermo.
Sólo encuentro un caso comparable de afán por agarrarse al poder: el de Molotov, que aguantó infinitas humillaciones de Stalin con tal de no verse excluido de su posición en el Kremlin. Molotov llegó incluso a aceptar el arresto de su mujer, Polina, que era amiga y confidente de la esposa de Stalin y jefa de la industria soviética del perfume.
Molotov era legendario por su apego al poder. Koba le despreciaba en público, pero él era consciente de que ése era el precio que tenía que pagar para no acabar en las mazmorras de la Lubianka.
Mikoyan, otro superviviente de Stalin, contó en sus memorias que Molotov defendía a Stalin después de muerto y cuando ya había sido expulsado de todos sus cargos, lo cual revela la peculiar psicología del hombre de aparato y sus temores de quedar fuera de la iglesia que le cobija.
Ignoro si Mas se agarra al cargo como un clavo ardiendo porque busca impunidad penal o porque le gusta el embriagante sabor del poder. Pero el proyecto que defiende quedará profundamente debilitado por su falta de coherencia. Se podía haber marchado en la noche del domingo como un héroe, pero ha optado por la indignidad de aferrrarse al cargo.
En una ocasión, le comparé con el general Della Rovere, pero éste prefirió morir antes que desmentir la leyenda. Artur Mas ha dejado de ser leyenda y es ahora un simple superviviente. Y es que con los ideales no se puede traficar.
No somos víctimas
Casi cada semana conocemos la noticia de una persona que se suicida porque va
a ser desahuciada. La reacción de los medios de comunicación es la lástima,
culpar a los bancos y a los políticos, y tratar a los tristemente fallecidos
como víctimas de un sistema atroz. Es el mejor modo de que la gente se sienta
cada vez más débil y tienda a pensar que el mundo carece de sentido y es una
farsa a la que es mejor poner punto y final cuanto antes.
El drama de la izquierda y del buenismo es que el paternalismo y el lloriqueo son estériles en el mejor de los casos, y que normalmente resultan perjudiciales y hasta letales. La compasión es en cambio salvífica, templa las almas y da esperanza. Compadecerse de las personas con problemas no es darles la razón, ni conduce a nada inventarse cuentos sobre su situación desgraciada en que ellas sean inocentes de todo y de nada responsables. Eso es mentira y la mentira no conduce a nada más que a conclusiones trágicas.
Responsabilizar a la gente de sus vidas y de sus situaciones, mediante un discurso amable pero sin concesiones, puede parecer cruel, pero es lo más respetuoso con la dignidad de cada cual, lo más piadoso, lo que más hace que nos podamos mirar al espejo, por bajo que hayamos caído, y hallar fuerza para volvernos a levantar, en tanto que nosotros y sólo nosotros somos los responsables de nuestra vida, los culpables de nuestros fracasos y los héroes de nuestros éxitos.
Hay que devolver a cada persona el centro de gravedad de su vida que le arrebataron el Estado y la socialdemocracia, el imperio de la excusa, y este pensamiento débil que sólo lleva a la debilidad y a la absoluta falta de argumentos, de coraje y de fortaleza para afrontar la vida.
Al principio duele, pero luego cura. Al principio te parece que están abusando de tu desesperación, pero pronto te sientes capaz de creer de nuevo, y tienes ganas de luchar para salir adelante. Cualquier crítica, para ser honesta, tiene que contener una parte principalísima de autocrítica. Es deshonesta cualquier explicación de una vida que no pase por uno mismo. La mala suerte existe, pero Dios nos dio estas manos.
No somos víctimas, somos depositarios de dones y esperanza. Somos libres, y así como la libertad depende de un gesto interior, también la vida se basa en tu voluntad. El amor es el sentido y dos cuerpos enlazados domestican la eternidad.
Si los columnistas de izquierdas y la prensa socialdemócrata estuvieran verdaderamente interesados por la vida y por el progreso de los desfavorecidos, y supieran algo del alma y de la condición humana, en lugar de sus panfletos lacrimógenos escribirían artículos propagando la responsabilidad y la esperanza, la gracia de estar vivo, y el orgullo de continuar.
En lugar de poner sus inútiles peces sobre los ataúdes incontestables enseñarían a pescar a los que se encuentran al límite y les decantarían en favor de la vida y la alegría. Tal vez al principio les costaría un poco más escribir, pero esforzarse no es malo: esto también lo descubrirían.
Y tendrían el honor de rescatar vidas de la fragilidad y del ocaso en lugar de cobrar como si fueran los héroes de los pobres cuando en realidad son los que, con su paternalismo descorazonador y mortífero, van a rematarles.
El drama de la izquierda y del buenismo es que el paternalismo y el lloriqueo son estériles en el mejor de los casos, y que normalmente resultan perjudiciales y hasta letales. La compasión es en cambio salvífica, templa las almas y da esperanza. Compadecerse de las personas con problemas no es darles la razón, ni conduce a nada inventarse cuentos sobre su situación desgraciada en que ellas sean inocentes de todo y de nada responsables. Eso es mentira y la mentira no conduce a nada más que a conclusiones trágicas.
Responsabilizar a la gente de sus vidas y de sus situaciones, mediante un discurso amable pero sin concesiones, puede parecer cruel, pero es lo más respetuoso con la dignidad de cada cual, lo más piadoso, lo que más hace que nos podamos mirar al espejo, por bajo que hayamos caído, y hallar fuerza para volvernos a levantar, en tanto que nosotros y sólo nosotros somos los responsables de nuestra vida, los culpables de nuestros fracasos y los héroes de nuestros éxitos.
Hay que devolver a cada persona el centro de gravedad de su vida que le arrebataron el Estado y la socialdemocracia, el imperio de la excusa, y este pensamiento débil que sólo lleva a la debilidad y a la absoluta falta de argumentos, de coraje y de fortaleza para afrontar la vida.
Al principio duele, pero luego cura. Al principio te parece que están abusando de tu desesperación, pero pronto te sientes capaz de creer de nuevo, y tienes ganas de luchar para salir adelante. Cualquier crítica, para ser honesta, tiene que contener una parte principalísima de autocrítica. Es deshonesta cualquier explicación de una vida que no pase por uno mismo. La mala suerte existe, pero Dios nos dio estas manos.
No somos víctimas, somos depositarios de dones y esperanza. Somos libres, y así como la libertad depende de un gesto interior, también la vida se basa en tu voluntad. El amor es el sentido y dos cuerpos enlazados domestican la eternidad.
Si los columnistas de izquierdas y la prensa socialdemócrata estuvieran verdaderamente interesados por la vida y por el progreso de los desfavorecidos, y supieran algo del alma y de la condición humana, en lugar de sus panfletos lacrimógenos escribirían artículos propagando la responsabilidad y la esperanza, la gracia de estar vivo, y el orgullo de continuar.
En lugar de poner sus inútiles peces sobre los ataúdes incontestables enseñarían a pescar a los que se encuentran al límite y les decantarían en favor de la vida y la alegría. Tal vez al principio les costaría un poco más escribir, pero esforzarse no es malo: esto también lo descubrirían.
Y tendrían el honor de rescatar vidas de la fragilidad y del ocaso en lugar de cobrar como si fueran los héroes de los pobres cuando en realidad son los que, con su paternalismo descorazonador y mortífero, van a rematarles.
Basta conocerme
Querido J:
Leo libros de memorias de políticos por saber si hay o hubo algo más detrás de una vida de bullshit. Así leí tantos y tantos de la excelsa colección Espejo de España, el periodismo imposible de la dictadura, obra y honra de Rafael Borrás, el editor que más ha hecho por la verdad en España. Para hablar de sus Memorias (Planeta, 2012) estuvo el otro día el ex presidente Aznar donde Herrera. A veces, en esa tertulia nos dejan levantar la mano y pude preguntarle a Aznar si la historia del sacrificio de Vidal-Quadras en la pira del acuerdo con Pujol era cierta. Con un tono de cierta arrogancia empezó a contestarme.
- Basta conocerme a mí un poco para saber que esta historia es imposible...
Así que cuando acabé la tertulia me fui hasta el libro. Disfruto mucho de la arrogancia cuando tiene base empírica. En el libro hay esto:
«Y en Cataluña habíamos sobrevivido durante años como un partido prácticamente cautivo. Nosotros queríamos que el Partido Popular de Cataluña tuviera una posición clara, con capacidad de maniobra y de decisión, y que no fuera un mero satélite de CiU. Con ese objetivo promoví a Alejo Vidal-Quadras a la dirección del PP catalán. Aquella decisión tuvo que vencer no pocas reticencias y resistencias internas, pero cumplió su objetivo. Tiempo después, Alejo dejó la dirección del partido en Cataluña y se incorporó a la Faes como coordinador general. Luego también formó parte de las listas al Parlamento Europeo, del que es vicepresidente desde junio de 1999. Ninguna persona ajena al partido influyó sobre estas decisiones, que impulsé siempre con el respaldo de la mayoría de nuestros compañeros de Cataluña».
Esto es nada. Declaraciones, bullshit, y de paso una fuerte autopalmada en la espalda. Lo que Jordi Pujol había escrito un año antes en sus Memorias (Destino, 2012) exigía otra respuesta:
«Aznar, hombre de palabra, cumplió los compromisos del pacto y creó las condiciones para que las relaciones con el PP de Cataluña fueran más cordiales y de mejor colaboración. Pudimos pasar de la actitud agresiva de Aleix Vidal-Quadras, su líder en Cataluña durante los últimos años, a la de Josep Piqué y Francesc Vendrell».
Del tercer hombre de la historia no había un texto concreto. Sólo declaraciones desperdigadas. Le llamé y le pedí que escribiera para la ocasión. Quiso cobrar, y además en nombre de Cataluña y el ser catalán. Pero permanecí inflexible. De madrugada me envió unas notas, en interesante tercera persona.
«A partir de las legislativas de 1996, Vidal-Quadras nota un cambio de actitud por parte de la cúpula del PP, Aznar, Rato, Arenas, Rajoy… De las ovaciones, las palmadas en la espalda y las suculentas promesas de ministerios se entra en un clima frío de miradas esquivas y saludos estrictamente corteses. Durante las Fallas de 1996, poco después de las elecciones, Aznar se traslada a Valencia. Apagado el ruido de la pólvora, Aznar llama a Vidal-Quadras a un lujoso salón del Ayuntamiento y ruega que les dejen solos. Allí le comunica a su hombre en Cataluña que Pujol le ha pedido su cabeza y que él se la ha negado. A continuación le hace ver la dificultad de la coyuntura y le recomienda que baje temporalmente el diapasón del enfrentamiento hasta que las cosas se estabilicen. Con posterioridad a esta conversación, pocos días antes de la célebre cena del Majestic, se reúne el comité ejecutivo del PP. A su término, Aznar convoca a Vidal-Quadras a su despacho y le comunica que en breve se reunirá con Pujol y la cúpula de CiU para intentar cerrar un acuerdo. Vidal-Quadras, que en todos los desplazamientos de Aznar a Cataluña le recibe en el aeropuerto y le acompaña en sus encuentros con las fuerzas vivas catalanas, le pregunta si le necesita para algo. Aznar le contesta que no, que ya está todo organizado y que muchas gracias. Vidal-Quadras siente en su cuello el gélido contacto de la guadaña y adquiere la convicción de que su sentencia está ya firmada. Tal como actúan los caballeros en estas circunstancias, le desea suerte a su jefe y se despide cortésmente. Una vez firmado el pacto entre PP y CiU, Vidal-Quadras observa que se levanta a su alrededor un espeso muro de silencio. Aznar no vuelve a hablarle y se acerca peligrosamente la fecha del congreso del PP de Cataluña, previsto para septiembre de 1996. En julio, Vidal-Quadras decide imitar la salida de Nijinsky en El Espectro de la Rosa y pronuncia su provocativa conferencia sobre los nacionalismos. Se forma el correspondiente escándalo y corren ríos de tinta. Vidal-Quadras pide reunirse con Aznar y éste se niega. Acebes, a la sazón coordinador general del PP, le llama a Madrid y le pide en nombre de Aznar que renuncie a la presidencia del PP catalán. Jaime Mayor apela a su patriotismo: Aznar se encuentra políticamente muy débil, España ha de entrar en el euro, hay poco tiempo para prepararse y si Vidal-Quadras se presenta al congreso del PP y lo gana, Aznar se verá obligado a montar una gestora anulando el congreso, lo que le desprestigiará a unos niveles que no podrá sobrellevar y el país entrará en el caos. Al final, Vidal-Quadras cede y accede».
Ésta es la prosa que piden los lectores de memorias. Facts y detalles. Basta conocerme a mí un poco. Cualquiera que le conozca sabe que Aznar no sólo acabó con un determinado discurso ante el nacionalismo. Eso es vistoso, y ha tenido profundas consecuencias en el devenir de las cosas en Cataluña; pero es incluso secundario. Aznar acabó con un líder. Algo difícil de cultivar, valiosísimo. El único líder que ha tenido el PP en Cataluña. Pero, sobre todo, alguien que estaba y sigue estando por encima de la mayoría de líderes del PP.
Sigue con salud
A.
Leo libros de memorias de políticos por saber si hay o hubo algo más detrás de una vida de bullshit. Así leí tantos y tantos de la excelsa colección Espejo de España, el periodismo imposible de la dictadura, obra y honra de Rafael Borrás, el editor que más ha hecho por la verdad en España. Para hablar de sus Memorias (Planeta, 2012) estuvo el otro día el ex presidente Aznar donde Herrera. A veces, en esa tertulia nos dejan levantar la mano y pude preguntarle a Aznar si la historia del sacrificio de Vidal-Quadras en la pira del acuerdo con Pujol era cierta. Con un tono de cierta arrogancia empezó a contestarme.
- Basta conocerme a mí un poco para saber que esta historia es imposible...
Así que cuando acabé la tertulia me fui hasta el libro. Disfruto mucho de la arrogancia cuando tiene base empírica. En el libro hay esto:
«Y en Cataluña habíamos sobrevivido durante años como un partido prácticamente cautivo. Nosotros queríamos que el Partido Popular de Cataluña tuviera una posición clara, con capacidad de maniobra y de decisión, y que no fuera un mero satélite de CiU. Con ese objetivo promoví a Alejo Vidal-Quadras a la dirección del PP catalán. Aquella decisión tuvo que vencer no pocas reticencias y resistencias internas, pero cumplió su objetivo. Tiempo después, Alejo dejó la dirección del partido en Cataluña y se incorporó a la Faes como coordinador general. Luego también formó parte de las listas al Parlamento Europeo, del que es vicepresidente desde junio de 1999. Ninguna persona ajena al partido influyó sobre estas decisiones, que impulsé siempre con el respaldo de la mayoría de nuestros compañeros de Cataluña».
Esto es nada. Declaraciones, bullshit, y de paso una fuerte autopalmada en la espalda. Lo que Jordi Pujol había escrito un año antes en sus Memorias (Destino, 2012) exigía otra respuesta:
«Aznar, hombre de palabra, cumplió los compromisos del pacto y creó las condiciones para que las relaciones con el PP de Cataluña fueran más cordiales y de mejor colaboración. Pudimos pasar de la actitud agresiva de Aleix Vidal-Quadras, su líder en Cataluña durante los últimos años, a la de Josep Piqué y Francesc Vendrell».
Del tercer hombre de la historia no había un texto concreto. Sólo declaraciones desperdigadas. Le llamé y le pedí que escribiera para la ocasión. Quiso cobrar, y además en nombre de Cataluña y el ser catalán. Pero permanecí inflexible. De madrugada me envió unas notas, en interesante tercera persona.
«A partir de las legislativas de 1996, Vidal-Quadras nota un cambio de actitud por parte de la cúpula del PP, Aznar, Rato, Arenas, Rajoy… De las ovaciones, las palmadas en la espalda y las suculentas promesas de ministerios se entra en un clima frío de miradas esquivas y saludos estrictamente corteses. Durante las Fallas de 1996, poco después de las elecciones, Aznar se traslada a Valencia. Apagado el ruido de la pólvora, Aznar llama a Vidal-Quadras a un lujoso salón del Ayuntamiento y ruega que les dejen solos. Allí le comunica a su hombre en Cataluña que Pujol le ha pedido su cabeza y que él se la ha negado. A continuación le hace ver la dificultad de la coyuntura y le recomienda que baje temporalmente el diapasón del enfrentamiento hasta que las cosas se estabilicen. Con posterioridad a esta conversación, pocos días antes de la célebre cena del Majestic, se reúne el comité ejecutivo del PP. A su término, Aznar convoca a Vidal-Quadras a su despacho y le comunica que en breve se reunirá con Pujol y la cúpula de CiU para intentar cerrar un acuerdo. Vidal-Quadras, que en todos los desplazamientos de Aznar a Cataluña le recibe en el aeropuerto y le acompaña en sus encuentros con las fuerzas vivas catalanas, le pregunta si le necesita para algo. Aznar le contesta que no, que ya está todo organizado y que muchas gracias. Vidal-Quadras siente en su cuello el gélido contacto de la guadaña y adquiere la convicción de que su sentencia está ya firmada. Tal como actúan los caballeros en estas circunstancias, le desea suerte a su jefe y se despide cortésmente. Una vez firmado el pacto entre PP y CiU, Vidal-Quadras observa que se levanta a su alrededor un espeso muro de silencio. Aznar no vuelve a hablarle y se acerca peligrosamente la fecha del congreso del PP de Cataluña, previsto para septiembre de 1996. En julio, Vidal-Quadras decide imitar la salida de Nijinsky en El Espectro de la Rosa y pronuncia su provocativa conferencia sobre los nacionalismos. Se forma el correspondiente escándalo y corren ríos de tinta. Vidal-Quadras pide reunirse con Aznar y éste se niega. Acebes, a la sazón coordinador general del PP, le llama a Madrid y le pide en nombre de Aznar que renuncie a la presidencia del PP catalán. Jaime Mayor apela a su patriotismo: Aznar se encuentra políticamente muy débil, España ha de entrar en el euro, hay poco tiempo para prepararse y si Vidal-Quadras se presenta al congreso del PP y lo gana, Aznar se verá obligado a montar una gestora anulando el congreso, lo que le desprestigiará a unos niveles que no podrá sobrellevar y el país entrará en el caos. Al final, Vidal-Quadras cede y accede».
Ésta es la prosa que piden los lectores de memorias. Facts y detalles. Basta conocerme a mí un poco. Cualquiera que le conozca sabe que Aznar no sólo acabó con un determinado discurso ante el nacionalismo. Eso es vistoso, y ha tenido profundas consecuencias en el devenir de las cosas en Cataluña; pero es incluso secundario. Aznar acabó con un líder. Algo difícil de cultivar, valiosísimo. El único líder que ha tenido el PP en Cataluña. Pero, sobre todo, alguien que estaba y sigue estando por encima de la mayoría de líderes del PP.
Sigue con salud
A.
¿Condenados a volver pronto a las urnas?
> LABERINTO POSELECTORAL EN CATALUÑA
El terrible error político de Artur Mas le aboca a ejercicios de funambulismo, a pactos inasumibles por unos motivos u otros con sus rivales de ERC o PSC, con un 'Parlament' muy dividido que desmiente todas esas visiones de una compacta Cataluña en pos de su independencia, de su versión del 'manifest destiny'. Dura realidad.
Un ambiente enrarecido rodea los primeros movimientos poselectorales. Como por casualidad, con la corrupción de sobrevenido telón de fondo, como indicaba un editorial de ABC: «La clase política catalana (...) aporta el hecho diferencial de la corrupción».
En ese panorama, la patética figura de Artur Mas es fustigada editorialmente en El País: «En los próximos días se verá la incongruencia de una aventura que, además de irresponsable, ha colocado a CiU en una contradicción irresoluble: un pacto con ERC le obligaría a renunciar a su programa económico, y un pacto con el PP, su anterior aliado, supondría abandonar la agenda soberanista. (…) ¿Es Artur Mas el líder que la situación requiere? Pasadas las elecciones, los problemas de fondo de la sociedad catalana, tanto sociales como de encaje en España, siguen ahí y exigen respuestas. Pero CiU es ahora más débil y está más lejos de una centralidad política que nunca debió abandonar».
Junto a él, la nueva y boyante ERC, de cuyo líder escribía Manuel Martín Ferrand en ABC: «Junqueras, y ése es su peligro para la derecha catalana, tiene enjundia suficiente para ser un líder de la izquierda española; pero, instalado en la ensoñación independentista, renuncia al resto de España».
Otra opción, la del PSOE y su federalismo, que desnudaba bien en El PaísJorge del Palacio Martín, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos: «Lo que se ventila en el debate sobre el federalismo es si el PSOE quiere ser un partido nacional, de todos los españoles, o aspira a convertirse en un remedo de partido nacionalista en cada autonomía. (…) Lo que está en juego, en definitiva, es saber si el PSOE quiere enarbolar la bandera de la igualdad o quiere, por el contrario, ser el gestor de los privilegios de unos españoles sobre otros». Sí, en El Periódico, Josep Borrell, en plan Hare Krishna-Hare Hare, seguía proclamando las mágicas bondades del «federalismo»… pero sin más detalles sobre el porqué.
Hermann Tertsch, en ABC, exigía iniciativa al Gobierno central: «Heredó una situación trágica. En gran parte producto directo de la felonía del anterior presidente del Gobierno. Pero, aunque muy dañada, heredó una España entera. Cuando se vaya, esa España puede estar mejor o peor. Pero tiene que ser la misma. Entera. Pasados el delirio y la miseria de Mas, nuestra ruina allí debe afrontarla el Gobierno. Para la reconstrucción. Tiene las leyes, tiene el deber y tiene los medios».
Poco horizonte se ve desde Barcelona. Pilar Rahola aplazaba sus ansias en La Vanguardia: «Si se consigue un Gobierno estable (...) podrán retornar los tiempos de los sueños». Lluís Foix replicaba: «Empieza a cundir la idea de que hemos salido de la legislatura más corta de la democracia y podemos entrar en otra todavía más breve, quizás brevísima».
El terrible error político de Artur Mas le aboca a ejercicios de funambulismo, a pactos inasumibles por unos motivos u otros con sus rivales de ERC o PSC, con un 'Parlament' muy dividido que desmiente todas esas visiones de una compacta Cataluña en pos de su independencia, de su versión del 'manifest destiny'. Dura realidad.
Un ambiente enrarecido rodea los primeros movimientos poselectorales. Como por casualidad, con la corrupción de sobrevenido telón de fondo, como indicaba un editorial de ABC: «La clase política catalana (...) aporta el hecho diferencial de la corrupción».
En ese panorama, la patética figura de Artur Mas es fustigada editorialmente en El País: «En los próximos días se verá la incongruencia de una aventura que, además de irresponsable, ha colocado a CiU en una contradicción irresoluble: un pacto con ERC le obligaría a renunciar a su programa económico, y un pacto con el PP, su anterior aliado, supondría abandonar la agenda soberanista. (…) ¿Es Artur Mas el líder que la situación requiere? Pasadas las elecciones, los problemas de fondo de la sociedad catalana, tanto sociales como de encaje en España, siguen ahí y exigen respuestas. Pero CiU es ahora más débil y está más lejos de una centralidad política que nunca debió abandonar».
Junto a él, la nueva y boyante ERC, de cuyo líder escribía Manuel Martín Ferrand en ABC: «Junqueras, y ése es su peligro para la derecha catalana, tiene enjundia suficiente para ser un líder de la izquierda española; pero, instalado en la ensoñación independentista, renuncia al resto de España».
Otra opción, la del PSOE y su federalismo, que desnudaba bien en El PaísJorge del Palacio Martín, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos: «Lo que se ventila en el debate sobre el federalismo es si el PSOE quiere ser un partido nacional, de todos los españoles, o aspira a convertirse en un remedo de partido nacionalista en cada autonomía. (…) Lo que está en juego, en definitiva, es saber si el PSOE quiere enarbolar la bandera de la igualdad o quiere, por el contrario, ser el gestor de los privilegios de unos españoles sobre otros». Sí, en El Periódico, Josep Borrell, en plan Hare Krishna-Hare Hare, seguía proclamando las mágicas bondades del «federalismo»… pero sin más detalles sobre el porqué.
Hermann Tertsch, en ABC, exigía iniciativa al Gobierno central: «Heredó una situación trágica. En gran parte producto directo de la felonía del anterior presidente del Gobierno. Pero, aunque muy dañada, heredó una España entera. Cuando se vaya, esa España puede estar mejor o peor. Pero tiene que ser la misma. Entera. Pasados el delirio y la miseria de Mas, nuestra ruina allí debe afrontarla el Gobierno. Para la reconstrucción. Tiene las leyes, tiene el deber y tiene los medios».
Poco horizonte se ve desde Barcelona. Pilar Rahola aplazaba sus ansias en La Vanguardia: «Si se consigue un Gobierno estable (...) podrán retornar los tiempos de los sueños». Lluís Foix replicaba: «Empieza a cundir la idea de que hemos salido de la legislatura más corta de la democracia y podemos entrar en otra todavía más breve, quizás brevísima».
Elecciones del 25-N
La noche oscura de Artur Mas
El CIS de la Generalidad de Cataluña, pagado por todos los contribuyentes
para disfrute exclusivo de su presidente (igual que el CIS español sólo sirve
para disfrute y aprovechamiento del inquilino monclovita), le daba al candidato
de CiU y presidente en funciones, Artur Mas, mayoría absoluta en las elecciones
autonómicas del 25-N. Los medios subvencionadamente afectos no le predecían 68-70 escaños, pero no bajaban de 60 y alguno. Pues bien: 50 y gracias. El batacazo de CiU sólo fue superado en porcentaje por el castañazo del PSC, que ha perdido ocho de sus 28 escaños y queda como tercera fuerza política catalana, detrás de la Esquerra y sólo un escaño por delante del PP.
El gran vencedor moral de estas autonómicas ha sido Albert Rivera, líder de Ciudadanos, que pese al vacío mediático nacionalista consiguió triplicar sus escaños, pasando de 3 a 9.
Pero lo que ahora se plantea, ya que el convocante del plebiscito, Artur Mas, se ha negado a dimitir, es sobre qué alianzas políticas con qué mayoría parlamentaria y desde dónde se va a gobernar Cataluña. ¿Desde la sede de ERC? ¿Desde Madrit? ¿Desde Suiza?
El PP al rescate de CiU
La reinvención de Duran Lleida
En contra de toda lógica política pero dentro de una acrisolada tradición
histórica, el primero en acudir al rescate de CiU ha sido el PP. Un partido que,
como el de Rajoy, disfruta de mayoría absoluta y rentabiliza los tropezones de
una oposición que petardea pero no carbura, podría presentarse en el notario
para devolverle al partido de los Pujol de Suiza y los Mas de Liechtenstein las
humillaciones de estos años. Pero le gusta humillarse -y humillarnos- más que
actuar como presidente del Gobierno de España, la nación contra la que ha
convocado las elecciones CiU, que por primera vez se ha presentado como lo que
siempre ha sido: el motor del separatismo. Al PP le da igual: como los progres
que distinguían entre etarras duros y moderados (los de moderados tiros en la
nuca), ha reinventado a un moderado llamado Durán Lleida, que se arrastró en
muletas a la manifestación por la independencia y respaldó el referéndum
separatista pero que dice ahora que no lo hemos entendido bien. Maricomplejines,
la enfermera suicida, lo atenderá con mimo. Ella es así: navideña.
Generación de los 'capitanes'
El PSC, hundido e imputado
Las desgracias nunca vienen solas, pensaría Pere Navarro, candidato a palos
del PSC, cuando tras perder un tercio de los votos en las elecciones del domingo
vio cómo el martes los Mossos trincaban a dos docenas de sus más destacados
dirigentes, empezando por el número dos y secretario general Daniel Fernández,
continuando por el alcalde de Sabadell y la alcaldesa de Moncada y Reixach
(diputada recién elegida el 25-N, como Fernández) y terminando por un montón de
concejales y burócratas del partido sin mucha significación política pero con
notable relevancia económica. Porque el poder del PSC en las dos últimas décadas se ha basado en los grandes municipios y en las diputaciones. De ahí sale la generación de los «capitanes»: Montilla (Cornellá), De Madre (Santa Coloma), Bustos (Sabadell) o el propio Pere Navarro (Tarrasa).
Sin embargo, tras dos años de estrecha vigilancia por parte de la policía autonómica, dirigida por Felip Puig y teledirigida por Mas y Pujol, en el propio PSC se piensa que el calvario no ha hecho más que empezar. Y que, sin pacto con CiU, más de uno va a comerse más de un turrón en la cárcel.
Tragedia del Madrid Arena
Más muerte, más escándalo
Tras el fallecimiento de la quinta víctima del Madrid Arena, la comisión
municipal encargada de investigar la tragedia suspendió anteayer sus tareas en
señal de duelo. Poco duelo ha mostrado y poco tenía que suspender. Diseñada para
evitar el desgaste político de Ana Botella y de los responsables de las
evidentes irregularidades, la comisión está consiguiendo justo lo contrario de
lo que persigue. Cada día se ve a la alcaldesa más superada por los
acontecimientos y aparecen más pruebas de negligencia que resulta difícil no
denominar criminal. La Policía ha descubierto que Flores metió en el recinto a
7.000 jóvenes más de lo autorizado, nadie llamó al Samur y, ya que no tiene el
decoro de dimitir, nadie ha destituido al vicealcalde Villanueva, protagonista
de aquella primera y bochornosa rueda de prensa en nombre de Flores -no del
Ayuntamiento-, en la que aseguró que habían entrado 7.000 de los 9.000
autorizados, cuando fueron 16.000. Parece imposible haberlo hecho tan
horriblemente mal y estar gestionándolo todavía peor.Rapsodia azul
AZNAR ha presentado sus memorias. O las ha impuesto con el dogmatismo y la
autocomplacencia que requieren el género autobiográfico. No tienen un título,
pero bien podían haberse llamado Amnesia, 48 horas en la vida de un boyscout y
El marido de la alcaldesa, amén de un enfoque más ambicioso, en plan Felipe II
ha vuelto.
Felipe II ha vuelto y Felipe González ha salido, pues escasean las alusiones al patriarca socialista. Ni se evoca el «Váyase señor González», aunque es cierto que Aznar cumplió a rajatabla, él, la promesa de irse transcurridas dos legislaturas.
No le disuadieron de continuar en el cargo Alfredo Urdaci ni los líderes internacionales. Entre ellos, Tony Blair, Durao Barroso y George Bush. ¿De qué me suenan? ¿Dónde los había visto juntos antes?
Ya me vendrá la memoria. Y ya le podría haber asistido a Aznar en su «autohagiográfico» relato. «Autohagiográfico» y hasta mitológico, pues el cuaderno azul adquiere la naturaleza de fenómeno ignífugo e impermeable. En caso de accidente aéreo no se buscaba la caja negra. Se buscaba el cuaderno azul.
Allí estaba escrito el nombre del sucesor. Tendría que haber sido Rato, de tal manera que la carambola de Rajoy viene a demostrar ahora cuanto ya sospechábamos sottovoce: nos está gobernando el que no era.
Se entiende el embarazo que suponía para Rajoy asistir a la presentación del libro. Un ex presidente en el estrado y un presidente suplente en el patio de butacas, aplaudiendo de oficio las desternillantes (¿?) anécdotas, de las mocedades de Aznar.
Que era un poco gamberro, ay Jose. Desafiaba a los profesores con su melena de cantautor progre. Vaya rechifla. Y compartía piso con Pío García Escudero y el ex ministro Aparicio. Qué juergas debían correrse jugando a la brisca y al Risk.
Aznar jura por Escrivá de Balaguer que nunca perteneció al Opus. Ni a los legionarios de Cristo. Ni a los legionarios a secas, aunque no es difícil imaginárselo de uniforme reconquistando Perejil. Acaso al Alba, con viento de poniente.
No voy a soportar el tiempo que falta para la publicación de la segunda parte. Y se me ocurren, desde el cariño, algunas posibilidades de título: El delirio, El rodillo, El anticiclón de las Azores.
Felipe II ha vuelto y Felipe González ha salido, pues escasean las alusiones al patriarca socialista. Ni se evoca el «Váyase señor González», aunque es cierto que Aznar cumplió a rajatabla, él, la promesa de irse transcurridas dos legislaturas.
No le disuadieron de continuar en el cargo Alfredo Urdaci ni los líderes internacionales. Entre ellos, Tony Blair, Durao Barroso y George Bush. ¿De qué me suenan? ¿Dónde los había visto juntos antes?
Ya me vendrá la memoria. Y ya le podría haber asistido a Aznar en su «autohagiográfico» relato. «Autohagiográfico» y hasta mitológico, pues el cuaderno azul adquiere la naturaleza de fenómeno ignífugo e impermeable. En caso de accidente aéreo no se buscaba la caja negra. Se buscaba el cuaderno azul.
Allí estaba escrito el nombre del sucesor. Tendría que haber sido Rato, de tal manera que la carambola de Rajoy viene a demostrar ahora cuanto ya sospechábamos sottovoce: nos está gobernando el que no era.
Se entiende el embarazo que suponía para Rajoy asistir a la presentación del libro. Un ex presidente en el estrado y un presidente suplente en el patio de butacas, aplaudiendo de oficio las desternillantes (¿?) anécdotas, de las mocedades de Aznar.
Que era un poco gamberro, ay Jose. Desafiaba a los profesores con su melena de cantautor progre. Vaya rechifla. Y compartía piso con Pío García Escudero y el ex ministro Aparicio. Qué juergas debían correrse jugando a la brisca y al Risk.
Aznar jura por Escrivá de Balaguer que nunca perteneció al Opus. Ni a los legionarios de Cristo. Ni a los legionarios a secas, aunque no es difícil imaginárselo de uniforme reconquistando Perejil. Acaso al Alba, con viento de poniente.
No voy a soportar el tiempo que falta para la publicación de la segunda parte. Y se me ocurren, desde el cariño, algunas posibilidades de título: El delirio, El rodillo, El anticiclón de las Azores.
La penúltima balacera
Se hacía de noche ya, apenas unas nubes rosas sobre el cielo de Toluca,
cuando la camioneta blindada entró en la Universidad Autónoma del Estado de
México (UAEM). A su alrededor, al trote, una docena de guardaespaldas. Detrás,
muy despacio, otros tantos vehículos armados.
No era Barack Obama el que llegaba en medio de la expectación, sino Eruviel Ávila, el gobernador del poderoso Estado de México, sucesor de EnriquePeña Nieto y uno de los 25 virreyes del PRI en un mapa formado por 33 estados.
Como la Colombia de los 90, México es hoy un país herido por el narco y las desigualdades sociales. Peligra el otrora inocente viaje en coche desde el DF a Acapulco para darse un baño en la playa pero aún no se resiente la plácida existencia capitalina. En Toluca, el gobernador Ávila se juntó con el Príncipe de Asturias para inaugurar la sede permanente del Instituto Universitario de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón. Hablaban Don Felipe y Ávila de la educación de los jóvenes mexicanos cuando en Celaya, estado de Guanajuato, apenas a 300 kilómetros de allí, se vivía la penúltima balacera.
Esta vez no fueron las luchas intestinas de los narcos las causantes. Una multitud se lanzó sobre un vagón de tren para robar varillas.
Una agente disparó al aire para dispersarlos. La bala atravesó la pierna de Carla, de 17 años, y fue a incrustarse en la cara de su bebé, Diego Alejandro, de 16 meses. Ella está grave, su hijo murió en el acto. Un número más entre los más de 100.000 muertos y 25.000 desaparecidos de los últimos seis años.
Hablaba también el gobernador Ávila, ante la mirada de Don Felipe, de los Pactos de la Moncloa, «un referente para tantos países de Latinoamérica». En la histórica etapa que se abre hoy en México, son lo que podríamos llamar los Pactos del Zócalo la única esperanza de este país. Un acuerdo entre los principales partidos que asegure las reformas energética, fiscal, policial y de Justicia, las guindas que han de decorar el pastel de un país con una macroeconomía que hace palidecer de envidia a países como España.
Ayer, en la residencia del embajador de España en el DF, Enrique Krauze conversó largo con el Príncipe. El historiador mexicano, quizá el intelectual vivo más destacado del país, el hombre al que todos señalan como heredero de Octavio Paz, definió a México hoy «de buen ánimo» con el nuevo periodo que se abre. Estas cuatro reformas que vislumbra ya el nuevo Gobierno corren para Krauze «en paralelo». Para él, todo va unido: los bajos tipos impositivos, la imposibilidad de Pemex (la empresa nacional de petróleo) de abrir la puerta al sector privado y la corrupción de policías y jueces.
Son virreyes como Ávila los que tendrán que demostrar la capacidad negociadora de un partido que durante 70 años instauró en México lo que Mario Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta. Después del almuerzo de hoy, cuando Peña Nieto ya sea presidente de México, Don Felipe mantendrá su primera conversación con él. Le hablará con especial énfasis de la inclusión social, la madre de todas las batallas por venir. La única manera de evitar que se repitan dramas humanos como los de Diego Alejandro en Celaya.
No era Barack Obama el que llegaba en medio de la expectación, sino Eruviel Ávila, el gobernador del poderoso Estado de México, sucesor de EnriquePeña Nieto y uno de los 25 virreyes del PRI en un mapa formado por 33 estados.
Como la Colombia de los 90, México es hoy un país herido por el narco y las desigualdades sociales. Peligra el otrora inocente viaje en coche desde el DF a Acapulco para darse un baño en la playa pero aún no se resiente la plácida existencia capitalina. En Toluca, el gobernador Ávila se juntó con el Príncipe de Asturias para inaugurar la sede permanente del Instituto Universitario de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón. Hablaban Don Felipe y Ávila de la educación de los jóvenes mexicanos cuando en Celaya, estado de Guanajuato, apenas a 300 kilómetros de allí, se vivía la penúltima balacera.
Esta vez no fueron las luchas intestinas de los narcos las causantes. Una multitud se lanzó sobre un vagón de tren para robar varillas.
Una agente disparó al aire para dispersarlos. La bala atravesó la pierna de Carla, de 17 años, y fue a incrustarse en la cara de su bebé, Diego Alejandro, de 16 meses. Ella está grave, su hijo murió en el acto. Un número más entre los más de 100.000 muertos y 25.000 desaparecidos de los últimos seis años.
Hablaba también el gobernador Ávila, ante la mirada de Don Felipe, de los Pactos de la Moncloa, «un referente para tantos países de Latinoamérica». En la histórica etapa que se abre hoy en México, son lo que podríamos llamar los Pactos del Zócalo la única esperanza de este país. Un acuerdo entre los principales partidos que asegure las reformas energética, fiscal, policial y de Justicia, las guindas que han de decorar el pastel de un país con una macroeconomía que hace palidecer de envidia a países como España.
Ayer, en la residencia del embajador de España en el DF, Enrique Krauze conversó largo con el Príncipe. El historiador mexicano, quizá el intelectual vivo más destacado del país, el hombre al que todos señalan como heredero de Octavio Paz, definió a México hoy «de buen ánimo» con el nuevo periodo que se abre. Estas cuatro reformas que vislumbra ya el nuevo Gobierno corren para Krauze «en paralelo». Para él, todo va unido: los bajos tipos impositivos, la imposibilidad de Pemex (la empresa nacional de petróleo) de abrir la puerta al sector privado y la corrupción de policías y jueces.
Son virreyes como Ávila los que tendrán que demostrar la capacidad negociadora de un partido que durante 70 años instauró en México lo que Mario Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta. Después del almuerzo de hoy, cuando Peña Nieto ya sea presidente de México, Don Felipe mantendrá su primera conversación con él. Le hablará con especial énfasis de la inclusión social, la madre de todas las batallas por venir. La única manera de evitar que se repitan dramas humanos como los de Diego Alejandro en Celaya.
Cataluña, Berlín, la UE
Cuando la diosa Victoria que corona la Puerta de Brandenburgo te mira de
frente, has de saber que estás en Berlín Oriental. Se ve en las fotos de los
museosdesouvenires florecidos a su lado. Pregunto a una jovencita vendedora de
postales, que pone los ojos en blanco buscando en la memoria no recuerdos
propios, sino aprendidos: «Sí, el Muro estaba al otro lado de la Puerta». Hace
ya 23 años, justo cuando nacía la telaraña WWW que todo lo envuelve...
Una fortuita cadena de circunstancias llevó a este lego de las elecciones catalanas a Berlín y luego Bruselas. La civilización globalizada nos conduce a saltos sobre las fronteras. A Berlín, para hablar en TV sobre el futuro de la prensa impresa y lo digital. El futuro de la palabra, herramienta clave de todo lo que el hombre hace y conoce.
Habría venido a cuento reflexionar sobre Gütemberg y cuando los libros se copiaban a mano en monasterios. La imprenta rompió el modelo y puso el libro al alcance de cualquiera. Hoy copistas y tipógrafos están extinguidos. ¿Saben qué libros fueron los más editados antes y después?: la Biblia y la Biblia... Pero en el plató alemán se impone más la charla sobre las elecciones catalanas y su morbo.
En Bruselas, la CE desea impulsar una forma común de responder a la petición de asilo. El modo de tratar a quienes llegan a Europa buscando refugio, perseguidos por razones de política, raza, religión o sexo. Y la clave sigue siendo la palabra. La que cada cual dice de sí mismo. Sin tecnología. La UE quiere mejorar el sistema de control con un ordenador central, Eurodac, que registre todas las peticiones en cualquiera de los países, con sólo tres datos: fecha, lugar y huellas dactilares. Sin nombre ni otra identificación. Basta para saber si ya lo intentó en otra frontera.
Por la noche, dos personas -que saben de qué hablan: trabajan para la CE- discuten desde posiciones opuestas el referéndum independentista de su Escocia, con un solo acuerdo: estaría fuera de la UE. El mundo se ha hecho pequeño y los temas son recurrentes. La Unión Europea no se define por límites geográficos en los mapas de Google, sino por los nombres de sus 27 Estados miembros, que se reconocen todos entre sí. Cuando los territorios de Alemania Oriental se reunificaron con la otra Alemania, automáticamente estaban en la UE, porque ya lo estaba la RFA. Su nombre ya figuraba en el Tratado.
Todo vuelve a ser la palabra.
Twitter: @juliomiravalls
Una fortuita cadena de circunstancias llevó a este lego de las elecciones catalanas a Berlín y luego Bruselas. La civilización globalizada nos conduce a saltos sobre las fronteras. A Berlín, para hablar en TV sobre el futuro de la prensa impresa y lo digital. El futuro de la palabra, herramienta clave de todo lo que el hombre hace y conoce.
Habría venido a cuento reflexionar sobre Gütemberg y cuando los libros se copiaban a mano en monasterios. La imprenta rompió el modelo y puso el libro al alcance de cualquiera. Hoy copistas y tipógrafos están extinguidos. ¿Saben qué libros fueron los más editados antes y después?: la Biblia y la Biblia... Pero en el plató alemán se impone más la charla sobre las elecciones catalanas y su morbo.
En Bruselas, la CE desea impulsar una forma común de responder a la petición de asilo. El modo de tratar a quienes llegan a Europa buscando refugio, perseguidos por razones de política, raza, religión o sexo. Y la clave sigue siendo la palabra. La que cada cual dice de sí mismo. Sin tecnología. La UE quiere mejorar el sistema de control con un ordenador central, Eurodac, que registre todas las peticiones en cualquiera de los países, con sólo tres datos: fecha, lugar y huellas dactilares. Sin nombre ni otra identificación. Basta para saber si ya lo intentó en otra frontera.
Por la noche, dos personas -que saben de qué hablan: trabajan para la CE- discuten desde posiciones opuestas el referéndum independentista de su Escocia, con un solo acuerdo: estaría fuera de la UE. El mundo se ha hecho pequeño y los temas son recurrentes. La Unión Europea no se define por límites geográficos en los mapas de Google, sino por los nombres de sus 27 Estados miembros, que se reconocen todos entre sí. Cuando los territorios de Alemania Oriental se reunificaron con la otra Alemania, automáticamente estaban en la UE, porque ya lo estaba la RFA. Su nombre ya figuraba en el Tratado.
Todo vuelve a ser la palabra.
Twitter: @juliomiravalls
Elogio a la catacumba
Como si se presintiera un posible futuro para las librerías que todavía
subsisten, el otro día profesores de la Complutense se llevaron a sus alumnos a
Arrebato Libros o a la Librería de Mujeres y les dieron allí la clase. Ayer se
celebró, con éxito, por primera vez el Día de las Librerías y bueno sería
reflexionar sobre la posibilidad de que esos ámbitos se convirtieran en aulas,
como la trastienda de Fuentetaja, de Jesús Ayuso, en San Bernardo, que fue una
de las «cátedras» más emblemáticas del franquismo.
La otra tarde se presentaron no en una librería, sino en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en la plaza de la Villa, las obras completas de Antonio Millán-Puelles (1921-2005), un metafísico de peso que sentó cátedra en la Complutense en aquellos años del franquismo. Su obra Fundamentos de Filosofía era el libro de texto por antonomasia. En la leyenda de Millán-Puelles, los enfrentamientos de un joven Gabriel Albiac con el maestro, levantándose con pasión sobre su pupitre, una y otra vez, y clamando: «¡Don Antonio, no estoy de acuerdo con usted!»
Las dialécticas entre el catedrático seguidor de Husserl y el emergente filósofo, y seguidor de Spinoza, dejaban a las abundantes monjas de la clase sin saber a qué carta quedarse. Unas confrontaciones que complacían al maestro aristotélico y desfogaban al alumno, que más tarde también se las tendría en las aulas parisienses con el propio Louis Althusser.
La filosofía, como «saber sobre la totalidad de la realidad, por sus últimas causas, a la luz de la razón», o la esencia, no lejos de Zubiri, como «aquello por lo que un ser es lo que es y se diferencia de los demás», estaban en la hoja de ruta de Millán-Puelles. Eran aquellos fundamentos que a un Albiac pre-sesentayochista le ponían en guardia.
Las Obras Completas de Millán-Puelles, entre las que están La función social de los saberes liberales y La ética realista, pueden adquirirse en esas librerías que han celebrado su día, y también se han editado para e-book.
Los tiempos adelantan, pero bueno es que las librerías queden como ágoras clandestinas donde además de almacenarse y venderse libros se den clases y haya debates. ¡Volver a Fuentetaja!, que es como volver a las catacumbas. Sin duda, siempre habrá un Jesús Ayuso que sepa cobijar a tirios (como el propio Albiac) y a troyanos (como el ministro de Fraga, Pío Cabanillas Gallas, que no dejaba de pasar por aquella trastienda). Porque siempre estamos como Sísifo, volviendo a empezar.
La otra tarde se presentaron no en una librería, sino en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en la plaza de la Villa, las obras completas de Antonio Millán-Puelles (1921-2005), un metafísico de peso que sentó cátedra en la Complutense en aquellos años del franquismo. Su obra Fundamentos de Filosofía era el libro de texto por antonomasia. En la leyenda de Millán-Puelles, los enfrentamientos de un joven Gabriel Albiac con el maestro, levantándose con pasión sobre su pupitre, una y otra vez, y clamando: «¡Don Antonio, no estoy de acuerdo con usted!»
Las dialécticas entre el catedrático seguidor de Husserl y el emergente filósofo, y seguidor de Spinoza, dejaban a las abundantes monjas de la clase sin saber a qué carta quedarse. Unas confrontaciones que complacían al maestro aristotélico y desfogaban al alumno, que más tarde también se las tendría en las aulas parisienses con el propio Louis Althusser.
La filosofía, como «saber sobre la totalidad de la realidad, por sus últimas causas, a la luz de la razón», o la esencia, no lejos de Zubiri, como «aquello por lo que un ser es lo que es y se diferencia de los demás», estaban en la hoja de ruta de Millán-Puelles. Eran aquellos fundamentos que a un Albiac pre-sesentayochista le ponían en guardia.
Las Obras Completas de Millán-Puelles, entre las que están La función social de los saberes liberales y La ética realista, pueden adquirirse en esas librerías que han celebrado su día, y también se han editado para e-book.
Los tiempos adelantan, pero bueno es que las librerías queden como ágoras clandestinas donde además de almacenarse y venderse libros se den clases y haya debates. ¡Volver a Fuentetaja!, que es como volver a las catacumbas. Sin duda, siempre habrá un Jesús Ayuso que sepa cobijar a tirios (como el propio Albiac) y a troyanos (como el ministro de Fraga, Pío Cabanillas Gallas, que no dejaba de pasar por aquella trastienda). Porque siempre estamos como Sísifo, volviendo a empezar.
Bravo, Fernando
Fernando Alonso es el mejor piloto de la Fórmula 1. Estamos ante un mito de
la conducción que tendrá los honores de los más grandes de la historia. Nada le
han regalado. No pasa factura pero no olvida. Ni cuando se montaba en su kart ni
cuando se baja de su Ferrari sintiendo que el título de este año era suyo. El
samurái que lleva tatuado en la espalda simboliza su fortaleza mental en la que
no hay tiempo para el desánimo ni para el cansancio ni para la duda. Rezuma la
esencia del guerrero de la luz que lucha por algo en lo que cree. Conoce sus
defectos y sus cualidades. Tiene coraje y honor. Le seguimos millones de
personas en todo el mundo esperando siempre el milagro de que su coche vuele
cuando los demás corren. Y lo consigue.
Este año hasta sus enemigos le han rendido honores. Los que cuestionaban sus triunfos olvidan sus críticas, los que ponían peros a sus éxitos alaban sus victorias, los que criticaban su carácter encuentran ahora un líder carismático. Ésta es su otra victoria, la de fuera de las pistas. Dentro, desde que irrumpió con su Minardi, se había hecho respetar por su talento.
No, Fernando no ha debido de cambiar demasiado. Se ha hecho mayor, como todos, pero estoy seguro de que sigue siendo aquel muchacho que de la mano de su padre competía siempre pensando en ser el primero. Fiel a sus amigos, a sus costumbres, a su tierra, a su profesión, a su compromiso personal con quienes ha elegido para compartir la vida que sólo él quiere administrar. La que está lejos de los circuitos y no tiene que compartir con el gran público.
Me alegro de sus éxitos, disfruto los domingos de las carreras, me levanto de la silla cuando le arrollan, vibro cuando adelanta y me gusta su carácter ganador. Piensa en equipo, reparte méritos y calla los defectos. Es el líder en tiempos revueltos. No sólo conduce, le habla a su Ferrari, le escucha, le lleva con suavidad por cada curva y le da rienda suelta en las rectas. Este fin de semana recibirá el baño de multitudes de los ferraristas reunidos en Valencia. El mejor no siempre gana el título. Bravo, Fernando.
Este año hasta sus enemigos le han rendido honores. Los que cuestionaban sus triunfos olvidan sus críticas, los que ponían peros a sus éxitos alaban sus victorias, los que criticaban su carácter encuentran ahora un líder carismático. Ésta es su otra victoria, la de fuera de las pistas. Dentro, desde que irrumpió con su Minardi, se había hecho respetar por su talento.
No, Fernando no ha debido de cambiar demasiado. Se ha hecho mayor, como todos, pero estoy seguro de que sigue siendo aquel muchacho que de la mano de su padre competía siempre pensando en ser el primero. Fiel a sus amigos, a sus costumbres, a su tierra, a su profesión, a su compromiso personal con quienes ha elegido para compartir la vida que sólo él quiere administrar. La que está lejos de los circuitos y no tiene que compartir con el gran público.
Me alegro de sus éxitos, disfruto los domingos de las carreras, me levanto de la silla cuando le arrollan, vibro cuando adelanta y me gusta su carácter ganador. Piensa en equipo, reparte méritos y calla los defectos. Es el líder en tiempos revueltos. No sólo conduce, le habla a su Ferrari, le escucha, le lleva con suavidad por cada curva y le da rienda suelta en las rectas. Este fin de semana recibirá el baño de multitudes de los ferraristas reunidos en Valencia. El mejor no siempre gana el título. Bravo, Fernando.
Etiquetas: Firmas
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